El capitán del seleccionado argentino palpitó la final del próximo sábado frente a Chile. «Queremos vernos por fin levantando una Copa», deseó el rosarino, que también buscará cortar su sequía goleadora.

Lionel Messi es el capitán de este barco argentino que quiere llegar a puerto el próximo sábado cargado con una Copa que esta generación de futbolistas del seleccionado nunca pudo levantar y se le volvió casi una obsesión, por lo que la final ante Chile es considerada para él como «el último pasito para cumplir un sueño».

«Nos falta un pasito para cumplir el sueño con el que vinimos a Chile, que es ganar el título. Acá estamos todos compenetrados de eso porque queremos vernos levantando por fin una copa», confesó Messi ante la consulta de Télam en la madrugada de Concepción.

«Y para lograrlo llegamos muy bien», enfatizó un Messi que junto a Javier Mascherano constituye el liderazgo futbolístico del equipo desde la posición inicial de extremo derecho, iniciando el tercero ofensivo más poderoso del mundo junto a Sergio Agüero y Angel Di María.

Está feliz el rosarino en Chile y se le nota, más allá de que esboce una queja para sus adentros respecto de su falta de contundencia, algo para nada habitual en él. «Como me está costando meterla en esta Copa América», lanzó con una sonrisa cómplice.

«Pero bueno, que hayamos hecho seis goles contra un equipo tan duro como Paraguay es muy bueno, porque en los partidos anteriores no podíamos meterla», argumentó.

«Y ahora nos queda nada menos que la final por delante, que será difícil porque enfrente tendremos a un seleccionado como Chile que, al igual que nosotros, intenta tener la pelota y juega bien. Ojalá se nos dé», se ilusionó, y le brillaron los ojos mientras volvía e exhibir esa sonrisa de chico ilusionado que no condice con su condición de número uno entre los mejores de la élite del fútbol mundial.

Y cuando se da la formación de Argentina con el 4-2-1-3 diseñado por Gerardo Martino, detrás de Messi se lo menciona a un Agüero que hoy es el goleador argentino de esta Copa América con tres tantos, luego de convertir anoche el quinto tanto de la goleada 6-1 sobre los paraguayos que permitió el acceso a la final.

«Cuando Paraguay descontó y se puso 2 a 1 sobre el final del primer tiempo, inmediatamente nos dijimos: ‘otra vez sopa, como en el primer partido'», confió el “Kun” rememorando el cotejo que Argentina ganaba 2-0 en la primera etapa y al final se lo terminó empatando el conjunto dirigido por Ramón Díaz, en el cotejo que abrió el grupo B de este certamen en La Serena.

«Pero por suerte después convertimos rápido en el segundo tiempo con los dos goles de Di María y ya todo se encaminó», expresó, replicando el gesto de alivio que seguramente habrá lanzado dentro del campo de juego, cuando los cánticos de los numerosos hinchas chilenos que se dieron cita en el estadio Alcaldesa Ester Roa Rebolledo, de Concepción, alentaban ruidosamente a los paraguayos somo si se tratara de la final anticipada ante su propio seleccionado.

El delantero del Manchester City también está imbuido, como sus 23 compañeros presentes aquí (anteayer volvió Mariano Andújar), del objetivo por ser «campeones de una buena vez».

«Si ganamos la Copa quizás no sea una revancha por haber perdido la final del Mundial de Brasil, porque eso fue otra cosa, pero para todos los que estamos aquí y la venimos remando juntos desde hace mucho, significa muchísimo ser campeones», enfatizó.

El que cierra la lista del «trío de arriba», a los que quiere sumarse, y así lo manifiesta, Javier Pastore, como el D’artagnan de «Los Tres Mosqueteros», es Di María, que aquí en Chile está lamiendo las heridas futbolísticas que lastimaron su confianza tras una temporada negativa en el Manchester United del holandés Louis Van Gaal.

«Fue una linda alegría hacer los dos goles, pero mucho más por la forma en que jugó el equipo», confió un «Fideo» tan sonriente como sus otros dos compañeros de ataque.

«Era hora de que se nos abriera el arco. Y por suerte se dio justo el día en que llegamos a la final, que era lo que todos queríamos», puntualizó el ex Real Madrid.

Y como sus dos compañeros, se fue blandiendo la «espada» con la que el seleccionado argentino quiere cortar de cuajo con 22 años sin títulos y con otra generación que acaricia trofeos pero se le niega esa foto del último día de competencia levantando una copa.

«Ahora vamos por el objetivo mayor, que es para lo que vinimos acá. La meta de mínima, que era llegar a la final, ya la cumplimos. Pero en este grupo todos queremos todo», advirtió, haciendo extensiva una voz que dentro de la cancha se inicia en Sergio Romero y finaliza en él.

Télam

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