Entre las 9 y las 10 de la mañana de hoy, el corazón del cantautor argentino dejó de latir. El músico, que había sufrido un ACV en 2010, se encontraba internado en la clínica ALCLA.

Su “fuerza natural” le permitió regresar con vida desde Venezuela, país donde tras ofrecer un recital se descompensó y obligó a hospitalizarlo. Ya entre sus seres más queridos, acompañado por el afecto de millones de fanáticos y atendido por diversos profesionales, Gustavo batalló durante cuatro largos años. Su madre, Lilian Clark, jamás lo dejó solo: si Cerati sobrevivió todo este tiempo fue porque ella, con su inquebrantable fe, su amor y su fortaleza, estuvo siempre a su lado estimulándolo y acompañándolo.

Muchos consideran que fue innecesaria esta agonía prolongada; otros, en cambio, hasta último momento mantuvieron la esperanza de que un milagro derribara los pronósticos médicos desalentadores. “Es difícil de creer…” pero, hoy a partir de las 21 horas, se velarán sus restos en el Salón de Honor de la Legislatura porteña.

A partir de ahora, sólo resta respetar el dolor de sus familiares y mantener vivo el legado artístico de Gustavo Cerati: mientras haya en el mundo alguien disfrutando sus canciones, el espíritu de este artista enorme, admirado tanto dentro como fuera de Argentina, no morirá. Así como él alguna vez le agradeció a su público con un “Gracias totales”, hoy quienes lo admiran lo despiden con un “Ahora andá y viví… y ¡gracias por venir!”.

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