Luego de cuatro meses de juicio oral, el caso parece encaminado a una condena a prisión perpetua para el único imputado de aquel asesinato cometido el 10 de junio de 2013 en el barrio porteño de Palermo.

El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9, presidido por el juez Fernando Ramírez, e integrado por sus colegas Ana Dieta de Herrero y Jorge Gettas, realizó 22 jornadas de debate y escuchó a más de 120 testigos desde que el 18 de febrero se inició el juicio en el sexto piso del Palacio de Tribunales porteño.

Como se cumplen los dos años del crimen, el tribunal decidió que este miércoles no haya jornada y recién el próximo el 17 de junio el juicio se reanudará con el inicio de los alegatos.

El juicio aportó elementos nuevos, aunque nada que haya esclarecido por completo los grandes interrogantes que quedaron pendientes desde la instrucción de la causa: ¿en qué sitio fue el asesinato?, ¿cómo y dónde fue descartado el cadáver de Ángeles para que aparezca en la Ceamse de José León Suárez?, ¿hubo algún cómplice?

Para los acusadores, hay dos opciones para la escena del crimen dentro del edificio de Ravignani 2360: el sótano o la portería del octavo piso donde vivía Mangeri (47), quien esa mañana estaba solo porque su esposa se había quedado a dormir en lo de sus padres.

Un video del allanamiento exhibido en el debate demostró que en el sótano había una mancha de humedad en el piso, como si alguien lo hubiera lavado.

Respecto de la portería, otro encargado de la cuadra, Carlos Altinier, quien era amigo de Mangeri, dijo en el juicio que el piso del departamento del imputado estaba revestido por esos días con un nailon transparente por los trabajos de pintura que estaba realizando.

Para los acusadores, ésa podría ser la explicación de por qué no se halló ningún rastro –sangre, cabellos o huellas-, de Ángeles si ése fue el lugar del asesinato.

Para el médico Roberto Cohen, uno de los peritos del Cuerpo Médico Forense (CMF), tanto las escaleras que conducen al sótano como las que hay que subir para ir a la casa de Mangeri en el octavo piso, podrían ser la superficie donde Ángeles se fracturó la clavícula y cinco costillas al sufrir una caída con el peso de su agresor encima.

Sobre el descarte del cuerpo, el subcomisario Ricardo Juri, de la División Homicidios, contó que, de acuerdo a su investigación, una posibilidad es que el asesino haya arrojado al cuerpo de Ángeles en un contenedor de la zona que va desde la avenida Balbín a la General Paz, es decir por los barrios de Saavedra y Núñez, porque esos camiones recolectores eran de los últimos en llegar a la planta de Ceamse de José León Suárez.

Respecto a la posibilidad de que el acusado haya recibido alguna ayuda, en el juicio, los fiscales pidieron la detención –aunque no prosperó-, e imputaron a Cecilio Saettone, el primo policía de la mujer de Mangeri, de «encubrimiento agravado».

Consideraron que este efectivo colaboró con Mangeri deshaciéndose de un morral de la víctima y ayudándolo a enmascarar los arañazos que se cree le hizo la chica en su defensa.

En tanto, en el debate hubo varios testimonios que acreditaron que Mangeri acosó a por lo menos cinco mujeres del edificio o de la cuadra: la empleada doméstica del 2° «B», la mucama del 5° «A», la niñera del 7° «B», una mujer que vivía en la casa tomada de al lado del edificio y la empleada de una inmobiliaria a la que le ofreció 100 pesos para ir al sótano.

Otra novedad del juicio fue la famosa «acta de lesión» que la querella encontró en el legajo penitenciario de Mangeri en la que el imputado, de su propio puño y letra, dejó asentado al ingresar detenido a la alcaidía de tribunales que las lesiones que presentaba se las había «autoprovocado» en la vía pública y con un encendedor.

Alejandro Murdoch, el jefe de turno que recibió a Mangeri en la Unidad 28 del Servicio Penitenciario Federal ratificó el contenido de ese acta y declaró que el portero «lloraba mucho» y que únicamente decía: «Fue un accidente».

La defensa sólo pudo demostrar que hubo contaminación en un solo estudio de ADN, pero no fue ninguno de los que incriminaron a Mangeri, hechos por el CMF, sino el de una uña encontrada en el auto del padrastro Sergio Opatowski, que se cree pertenece a la madre de Ángeles y fue realizado por la Policía Federal.

También probó la defensa que aquella noche del 14 y madrugada del 15 de junio, dentro de la Fiscalía de Instrucción 35 hubo policías, ya que allí reconocieron haber estado los tres jefes de la División Homicidios, pero salvo el propio imputado al hacer su descargo ante el tribunal y acusar directamente a un subcomisario, ningún testigo abonó la hipótesis de que el portero allí fue «apretado» para que confiese.

En el alegato del 17 de junio, los abogados de la familia Rawson, Pablo Lanusse y Jimena Paola Pisoni, acusarán al portero de «abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa, en concurso real con homicidio agravado criminis causae y femicidio» y pedirán prisión o reclusión perpetua.

Una semana más tarde, los fiscales del juicio, Fernando Fiszer y Sandro Abraldes, también pedirán prisión perpetua pero por otro delito: «abuso sexual seguido de muerte».

El 1 de julio, los defensores Adrián Tenca, Sergio Rossenblum y María Inés Bergamini Urquiza, pedirán la absolución del portero, volverán a solicitar nulidades e insistirán con desacreditar los estudios de ADN y con hablar de lo que ellos llaman «la noche negra en la fiscalía» donde, según su criterio, a su cliente lo presionaron para que se autoincrimine.

El 8 de julio serán las réplicas y el 15, por la mañana, Mangeri tendrá la posibilidad de pronunciar sus últimas palabras en el proceso y, por la tarde, el TOC 9 dará a conocer su veredicto.

Télam

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